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Saturday, April 16, 2005

Cafeína




Sentía como se me iba la vida en cada aliento, necesitaba cafeína… arrastrando los pies llegué al mostrador y pedí aquél elixir que me daría la vida. Ella se me acercó con aquellos grandes ojos, aprovecho mi estado para decirme a sangre fría. – Ella me cae mal – se refería a la amiga con la que yo conversaba en una mesa del fondo. Fingí, como muchas veces, no haberla escuchado. Sus ojos no se apartaron de mí. – ¡Haz que se calle, te lo advierto!. No contesté y la ignoré.

Sé que mi amiga puede ser antipática, pero eso no era razón para pedirle que se callara, hablábamos de cosas personales, ambas tratando de encontrar respuestas a nuestras preguntas. Ella tiene una personalidad fuerte como su voz, la que dominaba cualquier espacio. Pronto las conversaciones de las otras mesas fueron ensordecidas por el monólogo de mi amiga.

Ella me decía a mi y a todos los presentes, cómo la hacía sentir la cercanía con el que ahora era su amante, me decía que la inseguridad que sentía venía del pensamiento de no merecer ser amada, culpaba a su padre por su imposibilidad de aceptar el amor. Ella tenía una incapacidad innata de no buscar solución al problema, estaba ocupada en encontrar las razones, las consecuencias, le causaba enojo el sólo escuchar una posible solución, se negaba a escuchar. Antes de levantarme había notado que algunos de los clientes de la cafetería nos veían de reojo esperando que sus miradas la hicieran callar.

Miré hacia el mostrador y pedí un café expreso, estaba exhausta de escuchar más que de hablar. El empleado de la cafetería tenía una sonrisita en su cara, no sé si se burlaba de mi por tener aguantar todo lo que la compañía de mi amiga me traía, cansancio, amenazas entre otras cosas. No fue hasta después del segundo intercambio de palabras que me di cuenta que me miraba A MI. Le pagué… me dio el café sin dejar de mirarme y sonreírme.

Los clientes me seguían con sus miradas sabiendo que en el momento en el que sentara mi amiga comenzaría a hablar de nuevo, un hombre se puso de pie y se paró frente a mi decidido a no dejarme llegar a la mesa, muy amablemente me pidió la hora, lo que le dio tiempo al empleado para darse cuenta que no me había dado el cambio, brincó sobre le mostrador tomando el puesto del hombre, quien se sentó no sin antes hacerle una señal de agradecimiento al empleado.

Él cuando estuvo cerca de mi caminó despacio dándose su tiempo, me dio el dinero en la mano. Me dijo: - ¿Le puedo hacer una pregunta? yo todavía no había podido tomar ni un sólo sorbo de café debido a la temperatura del líquido, lo que quería decir que mi cerebro funcionaba lento, ante el no saber que hacer no hice nada, no contesté, lo único que pude hacer fue parpadear, lo que él interpretó como un sí. Y sin más me dijo ya tuteándome, - Siento que hay algo entre tú y yo, no pude dejar de notarlo.

<>Yo estaba ahí, de pie con el cerebro prácticamente dormido zzz zzzz zzz todo se movía
d e s p a c i o… de pronto tuve un rayo de conciencia y me di cuenta que el hombre esperaba una respuesta, trataba de poner en orden mis pensamientos, 1) mi amiga me esta esperando, 2) hombre desconocido espera respuesta, 3) necesito tomar café, 4) mujer amenazante enojada, 5) volver a la mesa, aburrido, 6) ir con el hombre, emocionante, 7) tomar café con el hombre, mejor todavía.

De un lugar desconocido vino un halo de energía y claridad, me dirigí al hombre y le dije: - ¿Puedes tomar un descanso?, vamos allá afuera a hablar. Di media vuelta dándole la espalda a mi amiga, ante la silenciosa ovación de los clientes. Caminé con el hombre hasta el reloj checador, agujeró su tarjeta y me ofreció su brazo, el cual yo tomé, todavía esperaba a que el café se enfriara.

El me hablaba acercando su boca cada vez más, yo sostenía mi vaso de café como si fuese mi única esperanza de vida, la que pronto se desvaneció cuando lo dejé caer al piso cuando sus labios se posaron en los míos. El otro empleado salió a avisarle que su descanso ya había terminado, juró que fueron los quince minutos más cortos de toda mi vida.

Regresamos adentro él me preparó otro café, mi amiga me miraba con odio, cuando me dirigía a la mesa ella sin más se levantó no recuerdo muy bien que me dijo, pero por su gesto creo que no eran cosas muy agradables. Cuando salió del lugar, la gente no se pudo contener estallaron en aplausos y ovaciones.

Todavía sin entender me senté en la mesa y esperé paciente a que el café se enfriara. Después del primer sorbo, repetía en mi mente. - ¿Cómo me dijo que se llamaba?, ¿cómo me dijo que se llamaba?, sonriendo hacia el mostrador.

Fabiola

Abril 2005

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